miércoles, 1 de octubre de 2014

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CXXI)




LAS FERIAS DE SAN MIGUEL Y OTROS TEMAS DE INTERÉS

Antonio Esteban González
 


Hace más de dos décadas, cuando quien esto escribe andaba por tierras luguesas trabajando en la Radio, esperaba con impaciencia el penúltimo día del mes de Septiembre-día veintinueve-porque, en esa fecha, los radiofonistas de la ciudad nos reuníamos e n el Gran Hotel para celebrar la festividad del santo Arcángel Miguel, -Jefe, decían los teólogos-   del ejército de Dios y Patrono de la Emisoras de radio. (Además de Miguel, estaban Rafael y Gabriel  y  otros arcángeles menos conocidos: Uriel, Raquel, Ariel y Remiel a los que nadie prestaba atención)
Este mismo día-29 de septiembre-Cacabelos celebraba -y  celebra-una de sus ferias más tradicionales-la feria caballar-la segunda en antigüedad después de San Marcos (Feria de Mayo) que ocupa, sin interrupción,  la villa, desde el siglo XIII-desde 1.291 en que Sancho IV concedió esta gracia  a nuestra villa y, desde entonces, es un referente en el noroeste peninsular.
Cacabelos-actualicemos conocimientos- creció a ambos lados del puente en pleno camino jacobeo en la Edad Media, como lo testimonian las Iglesias: Santa María de la Plaza, Santa María de la Edrada   -destruida con conocimiento de causa-  y Santa María “circa pontem” y sus hospitales: San Lázaro, Santiago, Santa Catalina, Alfonso Cabirto e Inés Domínguez que, lo confieso,  no sé dónde se encontraban.
Hoy, setecientos veintitrés años después, las ferias siguen vivas y los mulos más testarudos, los mansos borriquillos o los alazanes andaluces vuelven al pueblo y, ojalá sigan volviendo porque es síntoma, cuando menos, de prosperidad.
La foto que proponemos hoy a la consideración  de nuestros lectores quizá no sea una foto de la Feria de San Miguel, pero nos retrae a otros años en que los buenos vecinos de los alrededores regresaban a la villa para comprar lo que hubieren menester y vender lo que otros necesitaban comprar. Y esta foto  -que no es  foto, sino postal de dominio público-  viene a demostrar que ayer y hoy  -y quizás  mañana-  las ferias nos sobreviven

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