Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CXI)

HACE MUCHOS AÑOS, LOS NOVIOS TAMBIEN SE CASABAN

Antonio Esteban González

 

O, dicho de otra manera, hace cincuenta y muchos años, los novios se casaban de otra manera: se apalabraban ellos; se apalabraban los padres; se apalabraban los padrinos; salían las amonestaciones durante tres domingos  consecutivos en los que se pedía a los feligreses que si conocían algún impedimento para no celebrar la boda, lo dijesen bajo pena canónica. Y finalmente se casaban.

Ahora es diferente porque los tiempos han cambiado  -como dice la letra de una canción-  una barbaridad.

Ahora no hace falta apalabramiento. El mozo dice a la moza: “Nos vamos a vivir juntos” y se van a vivir juntos sin pensar en el futuro ni tener en cuenta lo que dirán los padres y, si se me apura, ni siquiera necesitan padrinos: son un estorbo y el concejal de turno o el alcalde los casa y asunto terminado.(Sigue existiendo, eso sí, lo del arroz con el que se bautiza a los contrayentes y pocas cosas más, porque el banquete es sustituido por unos vinos y unas tapas en cualquier Bar).(La llantina de la abuela ya que la niña no se casa de blanco, no importa, como no importa que los novios estén en el paro. Ya pagará el papá y la mamá el alquiler del piso. O no lo pagan).

Por eso, esta boda celebrada hace cincuenta y algún año  -más o menos-  era una boda como Dios manda: entremeses, algo de marisco, arroz con pollo, cabrito asado, merluza dos salsas  -vinagreta y mayonesa-  y brazo de gitano con crema y, naturalmente, vino, anís y coñac.

Eso es lo que ocurrió en la boda de Ofelita y Marino a la que asistieron, por ejemplo, arriba, Ignacio, Gelines, la de Dolores, Manolo, el Visi, y Purita, la de Urbano y en el centro :Simonita, de Astorga, Félix el de Saturno, Lolo, el Andurín  -tapado por una botella-  Jovita, la del Polo, Toñita Asenjo, que nos facilitó la foto y Fefa, la  Colasa y, abajo, Celia, la Colasa y Nieves la del Herrador.

Y agrego algo que no tiene que ver con la foto. No sé si alguien protestará por llamar a un postre de aquellos momentos, “brazo de gitano”, pero es que se llamaba así. No sé por qué, pero se llamaba así.