JUVENTUD, DIVINO TESORO
Antonio Esteban González
Sí. Ya sé. En este caso tendríamos que decir NIÑEZ, DIVINO TESORO, pero
si digo NIÑEZ, DIVINO TESORO no podría recurrir al verso para poner pie a la
foto de esta semana y los versos merecen la pena. Pertenecen a la pluma
modernista de Rubén Darío, el poeta nicaragüense y dicen. “Juventud, divino
tesoro / ya te vas para no volver /. Cuando quiero llorar, no lloro / y a veces
lloro sin querer…”//.
Peco de pedante pero entre niñez
y juventud media muy poco y estoy seguro
de una cosa: que los niños de la foto añoraron un día la niñez, como la
añoramos todos.
La foto tiene algo más de sesenta años y fue un día en que Cipriano, el
retratista se encontró, por casualidad, con estos dos niños que iban -o venían-
de una procesión un día de Semana Santa que, por aquel entonces, era una semana sin excesos ni risas. Una semana
seria en la que, incluso los niños guardaban en los bolsillos del alma, la sonrisa
y vestían túnicas hechas en casa por las mamás que se armaban de tijeras, aguja,
hilo y dedal y con su vieja máquina de coser marca SINGER confeccionaban una
túnica o unos pantalones o zurcían unos calcetines y, si no hacían camisas era porque existían las camiseras
que las preparaban y en las que no faltaba nunca, sobre el corazón, las
iniciales bordadas del propietario.
Ahí tienen a dos niños con una cruz como báculo que venían -o iban-
a una procesión. Que ¿quiénes eran?. Pues eran “Xe” Trigales y José
Antonio Morete. “Xe”, el más alto y Morete, el más bajito.
“Xe” vive en Madrid y José Antonio ya no está entre nosotros.
Si acostumbramos a decir que las fotos son entrañables, en esta
ocasión, ésta, aún lo es más y nos recuerda un tiempo pasado que queda lejos, muy lejos, muy lejos.
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