POR PASCUA FLORIDA, PONGA CABRITO EN SU MESA...
Antonio Esteban González
Ahora que es tiempo de recuerdos
-y habrá un tiempo en que no sea tiempo de recuerdos sino de
añoranzas- volvamos la vista, en este
blog, a un día de Pascua de un año cualquiera
y en donde ya no están muchos de los que estaban como don Antonio del Valle, el
gobernador, a la derecha de Manolo el Alcalde
-Manolo, alcalde por antonomasia en Cacabelos y sin discusiones- o Mero
y Juanín, los “Carteros” o los componentes de la Banda del Regimiento de San
Quintín que con paso uniforme y sin partitura
acompañaban a las autoridades.
También está la “rubia” de Manolo, el de Arganza, aunque, tal vez, no
sé, no era la “rubia” de Manolo y era la “rubia” del Fuco. (Las “rubias” eran
unos vehículos en los que podían viajar cómodamente ocho o diez personas y,
apretados, once, o sea, un equipo de fútbol).
También entre los recuerdos que pronto se difuminarán están los
cartelones del cine de Litán, en la fachada de Amanda, anunciando una película
de vaqueros en la que finalmente, el chico se quedaba con la chica y el malo
moría de un balazo en el entrecejo y los indios, derrotados, se retiraban a las
montañas a la espera de otra película en la que volverían a cazar bisontes e
invocar a Manitú, que era el dios que nunca los ayudaba.
A la derecha aún no existía ningún Banco, sino el Bar de Peña en donde
uno podía tomar un vino relativamente bueno o unos callos con garbanzos,
picantes, para que, después del vaso de vino se tomase otro vaso de vino.
Y banderolas, -no podían faltar
las banderolas- al fondo, en la Plaza, ya que no se concebía una Fiesta Mayor,
sin banderolas flameando al viento y lacias, días más tarde, mustias por la
lluvia y los soles, sin farolillos a la veneciana ni bombas de gran palenque
Así era la Pascua, con sabor a cabrito, a roscón y a lechuga tierna en
ensalada. (Mi primo Clodomiro Nicolás, maquinista, que siempre regresaba por la
Pascua -tenía una novia en Cacabelos con
la que se carteaba- decía a mi madre:
“Tía, la ensalada, salada, poco vinagre y muy aceitada” y quizás mi primo Clodomiro tuviera razón).
Pero, lo que decía: hoy, todo esto, son recuerdos que se irán perdiendo
en la niebla difusa de los años.
Humphrey Bogart en “Casablanca” decía que afortunadamente siempre le quedaría
París. A nosotros, afortunadamente, siempre nos quedarán las fotos de una
Pascua lejana.
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