miércoles, 3 de abril de 2013

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (XLV)



PASCUA FLORIDA (II)
                                                                                                                                                           Antonio- Esteban González


Se lo había dicho el director de la Orquesta "JO" de Orense a mi padre:
-Mire usted, señor José,  -a mi padre se le conocía en Toral como señor Pepe o Pepe "América" porque regentaba un comercio con este nombre: "Casa América"-  mire usted, señor José,  -repetía-  a nosotros, a la Orquesta "JO" no nos gusta ir a Cacabelos por Pascua, porque siempre llueve..
Hacía una pausa y miraba a mi padre de hito en hito. Después continuaba hablando.
-Siempre llueve el día grande de la Fiesta, señor José y en la alameda, bajo los olmos, nos ponemos como cristos;  la gente se va y nos quedamos solos.
Nueva pausa.
-Y, de veras, señor José, eso a una orquesta profesional como la nuestra, no nos gusta.
Y era cierto: por Pascua Florida caían chuzos de punta como si una maldición bíblica acompañase a las buenas gentes de la Villa.
Después, pasado el tiempo, Mariano Medina comenzó a hablar de isobaras, de vientos de componente Oeste y de borrascas y la gente se dio cuenta de una cosa: que Dios no castigaba a Cacabelos con lluvias pertinaces el día de la Fiesta y la leyenda urbana que acompañaba a los cacabelenses terminó perdiéndose en el olvido.
Pero yo quería hoy, aquí, escribir sobre la Pascua Florida de ayer y decir que, a los que por aquel entonces éramos mozalbetes con toda la vida por delante, nos gustaba venir a Cacabelos a la Pascua porque era la primera de las Fiestas después de Cuaresma y, si no llovía, presentaba muchos alicientes: el baile en la alameda, entre los olmos copudos y frondosos y bailar con las chicas más guapas del Bierzo, si es que las chicas más guapas del Bierzo querían bailar contigo.
De todas formas, antes de la fiesta mundana, se celebraba la fiesta religiosa en la que piadosas feligresas del Bajo Bierzo se habían ofrecido a caminar descalzas en cumplimiento de alguna promesa, detrás de la Virgen y alguna, de rodillas. Todo era cuestión de fe.
Aquí dejo hoy una imagen de una procesión. Desgraciadamente no sabemos quiénes son las porteadoras de las andas pero a buen seguro ustedes las habrán conocido y nos lo dirán.

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