martes, 20 de noviembre de 2012

Andrés introduce el cultivo de la chayota en Cacabelos

Chayota con frutos en la huerta de Andrés

Andrés González, como buen pescador que es, rebosa paciencia por todos sus poros. En Cacabelos ya estamos muy acostumbrados a ver a este personaje observando las truchas del Cúa  durante horas y horas. En época de veda aprovecha el tiempo para ir conociendo  sus movimientos y refugios. Sigue concienzudamente todos sus pasos a lo largo del día. Pienso que hasta las tiene numeradas y bautizadas.
Es un hombre polifacético: pescador, agricultor, avicultor, cunicultor...e incluso flautero, que no flautista. Con única ayuda de su pequeña navaja en un plis plas elabora un pito, un pífano  o un caramillo.
El refugio preferido por Andrés se localiza en su huerta y en la pequeña y variada granja que cuida con mimo. Allí, aparte de cultivar los tradicionales productos hortícolas bercianos, se atreve a experimentar con otros llegados de tierras lejanas.
Siete años atrás en un mercado de Marruecos captaron su atención unos frutos verdes con forma de pimientos. Descubrió que los marroquíes la usaban en la cocina como nosotros la patata.
Para Cacabelos regresó cargado e ilusionado en lograr reproducir en su huerta aquella patata. Después de consultar con amistades y familiares descubrió que de patata nada de nada. Supo que  se trataba de la fruta de una planta propia de Centroamérica, pero que se usaba mayoritariamente como hortaliza, que se llamaba chayota(sechium edule) o patata del aire y, lo mejor, que tenía unas propiedades muy beneficiosas para la diabetes, para la circulación, para el estómago, para evitar la retención  de orina y para ayudar a adelgazar. Todo incluido en un envase de ciento cincuenta o doscientos gramos. Casi nada.
Con muchos cuidados y mimos consiguió hacer brotar la semilla en un lugar protegido de su huerta. Y de aquella primera planta nacida en Cacabelos en los primeros años del siglo surgieron más.
En la actualidad Andrés se da el gusto de ir regalando parte de su cosecha entre amigos y conocidos. Muchos ya se han atrevido a experimentar en su cocina con esta fruta y otros, más desconfiados, la mantienen expuesta en algún lugar destacado de la casa como objeto decorativo exótico.
Andrés sosteniendo uno de sus exclusivos calabacines

Con la chayota no termina el interés de Andrés por ir logrando cultivar otras plantas poco comunes entre nosotros. Quizá otro día podremos hablar del tomate ruso o de la palmeras que está consiguiendo sacar adelante a partir de semillas. También  sería interesante saber cómo consigue los calabacines de veinticinco kilos que le lleva a Laudina para cocinar. O qué métodos usa para  pescar  tantas  truchas. Bueno, esto último mejor ni siquiera pensar en hacerle la pregunta, eso será secreto profesional de pescador.

2 comentarios:

  1. Interesante, que calabacin parece más bien una calabaza no?, vaya si es que la huerta Carlos entrañaa tantos misterios y nos da tantas alegrias que lo de la chayota o las palmeras son logros que deben proporcionarle a Andres muchas alegrias.

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  2. estoy impresionado.siempre me intereso la vida del campo y desde luego andres tu si eres un cientifico campestre pero de los buenos de los que surgen del travbajo y el empeño diario en hacer del campo una buena aficcion ..mi enhorabuena y mi saludo.

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