lunes, 22 de octubre de 2012

Amador, un hospitalero singular de Cacabelos

 Amador esperando la llegada de algún peregrino 

Poco podía imaginarse este andaluz de la sevillana localidad de Arahal el giro que iba a tomar su vida cuando voluntariamente solicitó a su empresa ser trasladado a Cacabelos. Corría el año 1963. Su empresa, Dragados y Construcciones, se había hecho cargo de la edificación de la futura CooperativaVinos del Bierzo. A nuestro pueblo comenzaron a llegar directivos,  técnicos y especialistas encargados de llevar a cabo la obra. Una parte importante de los mismos habían participado en una de las construcciones más  gigantescas de aquellos años: el túnel de Guadarrama.
Y el joven Amador(Francisco Amador Gómez), que con apenas quince años había abandonado su pueblo natal para incorporarse al mundo laboral, llegaba a Cacabelos ya curtido por la experiencia de haber trabajado en varias empresas y distintos lugares de la geografía española. Formaba parte de aquel grupo unido por la empresa DYC, pero que aglutinaba a gentes de distintas procedencias regionales. Se fue haciendo normal  oír por nuestras calles acentos de Andalucía, de Extremadura o de  Castilla, cuando en esos mismos años muchos bercianos emigraban a otros países europeos.
APaco Amador le llegan muchas tarjetas de agradecimiento
 
Este arahalense, además de su relación con los ya conocidos compañeros de trabajo, pronto fue ampliando el círculo de amistades entre los vecinos del pueblo. Su carácter jovial y abierto aceleraron su popularidad entre nosotros. Unas cualidades a las que había que sumar su soltería.
Tenía ya mucho delito el sujeto. Una pieza así no era aconsejable que volara solo mucho tiempo más. Haciendo gala de su primer apellido pronto se enamoró en estas tierras. Así que pocos meses después, en 1964, contraía matrimonio con la cacabelense Cruz. Tres hijos  completarían posteriormente la nueva familia.
Finalizado su trabajo en Cacabelos fue trasladado a Valladolid por la empresa. Pero este traslado ya estaba cargado con mucho lastre: matrimonio, hijo, amistades...hasta había osado comprarse una viña sin  que jamás hubiese tenido contacto con el mundo de la elaboración del vino.
Al cabo de cinco años regresaba para asentarse definitivamente en el corazón del Bierzo. Y ya plenamente se integró en la vida y entre la ciudadanía cacabelense. Y vaya si se integró. Incluso llegó a ser presidente de la Unión Deportiva Cacabelense en unos años que nuestro equipo transitaba entre las dos épocas de 3ª división.
Si Amador sentó sus reales entre nosotros,  la vida ¡cuántas vueltas da! una vez más escribió a su manera. En la actualidad uno de sus hijos, nacido y criado en el Bierzo, ejerce su profesión de óptico en la ciudad natal de su padre, Arahal.
Aquella viña del novato viticultor comenzó a dar su fruto y su dueño a elaborar con él unos más que aceptables caldos bercianos. 
Letrero enviado por un peregrino madrileño en agradecimiento
 
Y si elaboras vino, el placer mayor, además de beberlo, es compartirlo con los amigos en agradables reuniones de bodega. ¡Manos a la obra! En la misma viña y con la fachada frente al Camino de Santiago levantó una casita para tal fin. Bodega, chimenea, cocina...Y los amigos no tardaron en llegar. Reuniones que llamaban la atención de muchos de los peregrinos que por allí pasaban  y que asomaban la cabeza al interior para saber qué ocurría allí. Siempre fueron bien recibidos por Amador e invitados a catar alguno de sus vinos. 
Dos páginas del Libro de Visitas

Hoy es ya una institución en el Camino. A lo largo del año son cientos los caminantes a Compostela que descansan un rato con la compañía de Amador y en una mano un vaso colmado de tinto, blanco o clarete y, si se tercia y es la época, en la otra mano una pera, una manzana, unas uvas, unos higos o unas castañas.
Extrañados quedan, cuando al despedirse intentan abonar el precio de la consumición y se encuentran con la total negativa del dueño a recibir ni la moneda más pequeña puesta en circulación. Porque “la hospedería o albergue” de Amador no es un negocio, es un gozo que se da así mismo ayudando a los romeros compostelanos. Ayuda que a veces se amplía incluso trasladando hasta el centro del pueblo a quienes las fuerzas físicas ya no se lo permitían hacer por sí mismos o solucionándoles múltiples problemas que le plantean.

Amador se siente más que pagado con los momentos de conversación(cuando el idioma del contertulio  se lo permite), con los cientos de reseñas de agradecimiento que dejan escritas en el libro de visitas o con los cientos de postales de todo el mundo que recibe de aquellos que fueron sus invitados un día al pasar por Cacabelos. 
"Diccionario" de Amador

Es muy curiosa la “chuleta” que tiene pegada en la pared con unas frases elementales para comunicarse con los peregrinos extranjeros. Están escritas según se pronuncian en inglés y la traducción al lado. Una de ellas hace hincapié en la gratuidad de lo que allí se bebido o  comido: dis is for fri(this is free: esto es gratis).
De esta madera está hecho este “hospitalero”, este andaluz que nunca ha dejado de ejercer como tal y de este cacabelense que ha logrado que miles de peregrinos lleven por el mundo el buen sabor de boca, y nunca mejor dicho, que les quedó al pasar por  Cacabelos y tomarse un vinito en el albergue de Amador.



4 comentarios:

  1. Gracias, de todo corazón, por permitirnos ver plasmado en letras de otro, lo que nos llena de orgullo desde siempre a los de casa,aunque se dice que "no se aprecia lo que se tiene hasta que se pierde", tambien puede decirse que este caso es la excepción que confirma la regla, ya que Amador no es sólo un apellido sino una forma de vida. De sus hijos, y los hijos de estos para Amador y Cruz, ya que no son dos sino uno muy grande. GRACIAS CARLOS

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  2. Me uno al comentario anterior. Gracias, Carlos, por comentarnos la hospitalidad de Amador y contarnos la historia. Entrañable y emocionante. Un abrazo!

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  3. Gracias Carlos, Amador es ante todo, "buena persona" y lo felicito desde aquí, "andalú" como yo le he llamado siempre y con los besos de cariño que siempre le doy cuando lo veo.

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