lunes, 26 de septiembre de 2011

El albergue de Cacabelos cierra la temporada en octubre

Peregrinos esperando la apertura del albergue

El albergue de peregrinos de Cacabelos  está a punto de echar el cerrojo por este año. Quizá se mantenga abierto unos días más si la afluencia sigue siendo numerosa. Desde mayo han pasado por sus instalaciones miles de peregrinos. He visto muchas mañanas como algunos esperaban en sus  puertas antes del horario de apertura. Tienen siempre preferencia a hospedarse los que van a pie; los ciclistas han de esperar a que haya plazas vacantes más tarde.
La mayor parte de las críticas sobre el albergue de Cacabelos, que pululan por foros y webs temáticas del Camino de Santiago, son positivas a la hora de valorar sus instalaciones. Y todas son positivas cuando se trata de valorar a los hospitaleros y hospitaleras. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Al atardecer me acerqué hasta las Angustias y entré a charlar un rato con la hospitalera del turno de tarde. Le tocaba a Mónica.  Este año son cuatro, tres chicas y un chico: Mónica, Begoña, Maira y Jesús.
Mónica está en la oficina haciendo las últimas anotaciones del día en el libro de registro. No tendrá ya la posibilidad de recibir más peregrinos. Ya hace rato que ha puesto el cartel de completo, igual que viene sucediendo casi  todos los días de este mes de septiembre. Si aparece alguno, le aconseja seguir un poco más, apenas dos mil metros, hasta el albergue de Pieros.
- Sí, todos estos días tenemos completo el albergue. En mayo empezamos teniendo plazas vacantes, igual que en junio y julio. Agosto fue un mes más fuerte, pero en septiembre se ha notado mayor número de peregrinos. Comenta Mónica a quien interrumpe un peregrino solicitándole en inglés alguna información. Ella se la da, en inglés también, y el peregrino se retira agradecido hacia su habitación.
- ¿Habías trabajado otros años de hospitalera? ¿Cómo definirías este trabajo?
- A todos que me lo preguntan, lo digo siempre: es un trabajo muy especial porque tratas con mucha gente de distintos lugares. Pero la mayoría es muy agradecida. No considero que haga nada más que cumplir mi obligación; como es atenderles, informar, etc. pero siempre lo agradecen mucho, cualquier cosa. Luego quieren regalarte también algo de lo que llevan, una galleta, una fruta...Estoy muy contenta haciendo este trabajo.
- ¿Has tenido algún gesto de agradecimiento de algún peregrino después de haber seguido el Camino?
-Sí, la última ha sido una postal de una chica japonesa que se puso enferma y yo llamé al médico y atendí como era mi obligación.
Interior del albargue. Todo está tranquilo. 
Cinco euros es el precio por persona. Y el peregrino se  puede duchar con agua caliente, tener  acceso a internet, hacer uso del lavadero,  de la máquina de café y bebidas, y lo más importante, unas sábanas limpias para dormir en habitaciones dobles.
   Hay mucha variedad de peregrinos, y no me refiero a la variedad de nacionalidades. Se puede encontrar el peregrino místico, el peregrino turista, el peregrino alucinado, etc. Hace pocos días leí que existe una clase que yo desconocía: el capulligrino.
- Mónica, ¿se albergan muchos capulligrinos en Cacabelos?
- A mí no se me han dado, suspira Mónica,  la verdad es que no puedo quejarme. He debido tener suerte porque no he tenido peregrinos de este tipo, ni problemas con ninguno. Sólo, cuando abrimos en mayo, tuve que enfrentarme con uno que perseguía a una peregrina hospedada aquí, pero que ya la acosaba desde antes de llegar. Todo se solucionó bien.
- A veces se habla de las diferencias entre españoles y extranjeros.
- No suele haber muchas. Quizá los españoles sean más abiertos, pero puede ser debido al idioma. Los franceses pueden ser un poco más cerrados. Se esfuerzan menos para hacerse entender.
- Aquí duermen cada noche setenta peregrinos, cada uno hijo de su madre. Las normas deben de ser estrictas para que esto funcione.
-No hace falta decir las normas, la gente tienen un buen comportamiento. Se les informa de las instalaciones y a los ciclistas del lugar donde deben lavar las bicicletas.
-Hace dos o tres años un peregrino francés resultó muerto por atropello una madrugada poco después de abandonar el albergue de Cacabelos.
- Sí, me lo han contado, yo no trabajaba aquí. Este año, en mayo, se murió un peregrino canadiense cuando estaba acostado. Tuvo un infarto. El médico nos dijo que fue una muerte repentina, que no sufrió. Tenía ochenta años. Era de ascendencia gallega.
Mónica ha ido contestando a todas mis preguntas con amabilidad y sin prisas. Yo iba de paseo y he interrumpido su trabajo. No le importó dedicarme este tiempo. Ya empiezo a entender el por qué valoran tan bien a los hospitaleros de Cacabelos

1 comentario:

  1. Muy buena esta pequeña entrevista , pues nos acerca una parte del camino que muchos desconocemos, el albergue tiene muy buena pinta y ademas creo que esta muy bien situado en una zona muy guapa decacabelos

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