“La conspiración de la Subura” triunfa también en La Moncloa de San Lázaro


 
Saludo de los actores al finalizar la representación

Desde que se estrenó el pasado verano dentro de la programación de Las noches del Camino, “La conspiración de la Subura” continúa cosechando éxitos en todas las representaciones, tanto en las realizadas en Cacabelos como en otros lugares del Bierzo.



Hoy la compañía de teatro de la asociación para la recreación histórica “Ludus Bergdidum Flavium” acudía a La Moncloa de San Lázaro, donde actuó en el nuevo salón ubicado en la planta baja del complejo hostelero cacabelense.

A pesar del frío invernal que envolvía la noche del viernes, fueron muchos los espectadores que acudieron a disfrutar de esta puesta en escena creada y dirigida por el escritor Fernando Cerezales.








viernes, 15 de noviembre de 2019

La Guardia Civil detiene al presunto autor de varios robos en Cacabelos

Cuartel Guardia Civil de Cacabelos



La Guardia Civil ha detenido a una persona como presunta autora de varios delitos contra el patrimonio ocurridos en Cacabelos.

Componentes del Puesto de la Guardia Civil de Cacabelos, tras un minucioso trabajo de investigación a raíz de los diversos robos con fuerza que se habían producido en la zona, procedieron a la detención de una persona que ya había sido detenida anteriormente y que cuenta con varios antecedentes por hechos similares.

El detenido, han sido puesto a disposición del juzgado de Instrucción de guardia competente.

Lugares emblemáticos de nuestro pueblo y alrededores: 2. La Peña del Castro Por Pepe Couceiro



Como si de un óleo se tratara, la peña en pleno otoño en una vista desde la carretera de Arganza/Foto Pepe Couceiro



LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

2. La Peña del Castro

Por Pepe Couceiro

Si me remonto a mi niñez puedo escuchar, en boca de mi padre, una historia de celtas y romanos que combatían a golpe de espada para conquistar la cima de lo que se conocía como la Peña del Castro. Esa historia que tanto me fascinó fue haciéndose más consistente al quedarme embelesado por aquellas películas de romanos que echaban en los cines Litán y Faba. El resultado no pudo ser otro que, cada vez que contemplaba aquel cerro desde cualquier posición del pueblo, en mi imaginación comenzaban a librarse épicas batallas en sus laderas dejando, en vez de sangre, un rastro de espadas, escudos, cascos, etc., que permanecerían ocultas bajo el suelo esperando ser descubiertos por mí cuando me hiciera arqueólogo.

En ese deseo perseveré hasta los 18 y fue entonces cuando en agosto de 1975 se iniciaron las primeras excavaciones del castro dirigidas por un joven doctor vallisoletano llamado Tomás Mañanes Pérez y a las que me apunté sin dudarlo (ver foto). 

Apasionados por la arqueología en la meseta del castro dentro de una de las calicatas de las excavaciones de agosto de 1975. De derecha a izquierda: Manolo (Charlot), Manolo Rodríguez, Pepe Couceiro, Miguel Alba acompañado de varios de sus vecinos de Pieros. Foto: Manolo Rodríguez.

Aquellos sueños de la infancia comenzaron a desmoronarse cuando me di cuenta que realmente la arqueología consistía en hacer horas y horas agachado dentro de una calicata con una espátula y un pincel, en vez de algo al estilo Indiana Jones. No obstante, la anécdota más significativa que recuerdo sí fue de película. Tras varias semanas sin toparnos con nada interesante, al menos para una mente a punto de salir de la adolescencia, en uno de los almuerzos y sentados al lado de uno de los taludes de la muralla, me fijé en una forma perfectamente redondeada que resultó ser la única moneda romana que descubrimos, mejor dicho, que descubrí. Nunca supe a qué emperador estaba dedicada, pero en esos momentos era lo de menos, lo importante es que mi mermada autoestima había experimentado un subidón y durante días me mantuve flotando sobre aquella meseta. Este suceso, en aquella época y siendo adolescente, resultaba impagable y fue por ello por lo que, cuando tuve que marcharme, lo hice con el mejor sabor de boca posible y en la actualidad, siempre que mi mirada se cruza con el castro, me acuerdo con agrado de aquella experiencia en la que un grupo de apasionados vecinos de Pieros y Cacabelos emulamos durante unas semanas a los más legendarios arqueólogos.

La historia de este pétreo perenne centinela del bajo Bierzo, tan codiciado por todos los pueblos de la antigüedad merecía ser relatada con el mayor rigor y para ello nada mejor que contar con dos grandes historiadores de reconocido prestigio que ha dado nuestro pueblo: José Antonio Balboa de Paz (Toño) y Vicente Fernández Vázquez (Tito). Fue Toño con el primero que me topé y aprovechando su pasión y el excelente café que degustaba en el Siglo XIX iniciamos un apasionante viaje a través del tiempo.
Toma otoñal con Castro Ventosa al fondo /Foto de Carlos de Francisco

La ocupación de este estratégico cerro se inicia en la edad del hierro, probablemente por pueblos de orígenes celtas como lo indica el vocablo Bérgidum, topónimo como se conocía a este promontorio desde tiempos remotos. A finales del siglo I d.C. Roma conquista el Bierzo y los pobladores de todos los castros son obligados a trasladarse a orillas de los ríos o en las llanuras para su más eficiente control. Es fácil de imaginar que, en esos tiempos efímeros de paz, esa zona de la llanura al lado del Cúa podía ofrecer de forma natural y generosamente todo tipo de alimentos frente a la escasez del castro. En nuestro caso ese lugar estaba situado en lo que actualmente se conoce como el paraje de la Edrada, en los alrededores del cementerio, donde en la actualidad puede contemplarse uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la comarca. 



Una vista diferente de nuestro Castro, con los cipreses del cementerio asomándose, como queriendo ganar protagonismo en la toma, en la zona donde estuvo situada Bergidum flavium, justo ahí, en los alrededores del cementerio, en el paraje conocido como La Edrada.

Tanto el Bérgidum del castro como la ciudad de la llanura, Bérgidum Flavium, se erigen como importantes centros en la gestión de las explotaciones auríferas de la zona (Médulas, La Leitosa, Cáscaros de Pradela, Ancares, etc.) y la villa Bérgidum Flavium se va constituyendo paulatinamente como una ciudad de cierta importancia llegando a ser municipio. 

Nuevamente llega la inseguridad a finales del siglo III d.C., por la invasión de pueblos que también tenían el mismo afán de conquista que los romanos y las gentes de esa ciudad vuelven al Castro, momento en el que tiene lugar el amurallado de la misma (ver fotos), una muralla, como me señala Toño, similar en sus características a las de Astorga, León o Lugo. Es probable que esta ocupación se haya mantenido hasta bien entrada la Edad Media con la presencia, en la misma, de pueblos como los suevos, visigodos y más tarde musulmanes.

Aspecto de la parte oeste de la muralla en un buen estado de conservación.
 
Otra fotografía otoñal desde la cuesta que va hacia Pobladura

Transcurrida la Edad Media y en un periodo de tranquilidad se vuelve a abandonar hasta finales del siglo XII, principios del XIII, cuando los reyes leoneses intentan su repoblación sin éxito. A partir de entonces, el castro es un lugar ocupado por viñas y, aunque sigue habitado hasta el siglo XIX, lo es con un exiguo número de personas dedicadas principalmente a la agricultura.   

Por todo ello el Castro de la Ventosa se ha ido constituyendo como un símbolo de nuestro pueblo, de su pasado, pero también de su presente, al poder observarlo todos los días desde cualquier posición. Nos sirve tanto de orientación como de placentera contemplación con la llegada del otoño o de las primeras nieves. Ha acompañado durante milenios a nuestros antepasados y seguirá haciéndolo con nuestros descendientes quién sabe cuántos más. Desde su meseta, aquellas gentes precursoras de lo que hoy somos observaron las mismas estrellas y constelaciones que podemos contemplar hoy día (ver foto) y su vida, como la nuestra actualmente, también giraba a su alrededor. Concedámosle un mínimo de nuestro tiempo a su conservación en pago a lo que significa y significará para todos los bercianos.

Foto nocturna de la Peña del Castro con la muralla en primer plano y el centro de la Vía Láctea al fondo, el mismo espectáculo que contemplaron nuestros ancestros en cada momento de su historia.

 
Una vista desde el Castro en la actualidad con el puente y la iglesia parroquial como protagonistas.

NOTA: Deseo expresar mi sincero agradecimiento al Doctor en Historia Jose Antonio Balboa de Paz por sus importantes y rigurosos datos históricos en los que se ha basado el grueso del texto.